Identidad o Personalidad
Existe diseño en lo que ahora es Ecuador desde hace algunos miles de años, si es que se puede hablar de diseño en la construcción de vasijas, vestimenta, comunicación visual, adornos, etc.
Existe diseño en lo que ahora es Ecuador desde hace algunos miles de años, si es que se puede hablar de diseño en la construcción de vasijas, vestimenta, comunicación visual, adornos, etc.
Las diferencias entre las diversas culturas y su riqueza expresiva es evidente, separados geográfica y temporalmente sus producciones aparecen ante nosotros como formas evidentes de adaptación al medio y a tradiciones que no hemos podido entender debido a la falta de una forma de escritura reconocible. Lo que sí podemos hacer, en cambio, es percibir las diferencias entre estas culturas y su aplicación en sus objetos cotidianos, podemos separar las culturas costeñas, que son las más ricas en variedad y expresión, de las culturas serranas y orientales, estas últimas aún creando objetos propios y únicos.
Es en este período, anterior a la conquista, donde podemos hablar de una forma de hacer de estos pueblos diferente a la del resto de América y el mundo, es aquí donde los objetos tienen una personalidad propia, distinta, aunque semejante, a otras culturas latinoamericanas que también se estaban formando antes de la hegemonía inca en el sur y azteca en el norte.
Posiblemente a este período sea al que más nos remitimos para crear objetos formalmente diferentes y más identificables como “ecuatorianos”, las formas de los sellos y figurillas de la Tolita, las venus de Valdivia, los guerreros de Machalilla, etc, han servido como fuente de inspiración a muchos artistas y diseñadores contemporáneos que ven en estas formas algo que puede ser utilizado como genuino y distinto a otras regiones del mundo.
En diseño es Peter Musfeldt, un alemán con estudios en diseño gráfico que se radicó en el país hace unos 50 años, quien tomó las formas incas y las rediseñó creando un estilo novedoso en los años 70, Musfeldt afirma que no copió el estilo inca, lo que hizo es intentar entender la manera de diseñar de este pueblo y por tanto sus propuestas tienen el espíritu pero no son copias literales de lo que los incas propusieron.
El estilo inca es el primero que se impone regionalmente, debido al imperio que formaron desde lo que ahora es el sur de Colombia hasta lo que es ahora el norte de Chile, y a pesar de que en lo que ahora es el Ecuador apenas estuvieron medio siglo, dejaron una impronta muy fuerte con el idioma y las formas geométricas propias de ellos, pero la dejaron también en todos los países andinos a excepción de Venezuela.
La llegada de los conquistadores españoles homogeneizó el arte, la arquitectura y el “diseño” en la mayoría de regiones latinoamericanas, el barroco español, mezclado con las culturas nativas, produjo interesantes híbridos como la de la Escuela Quiteña. Otro híbrido interesante es el dejado por la vestimenta y los abalorios, los españoles impusieron la vestimenta a los indígenas que los servían, se dice que tomados de los trajes de los países bajos, y las etnias los fueron modificando hasta que actualmente la forma de vestir y la forma de vida diferente entre un grupo humano y el siguiente puede verse cada 80 o 100 km. en el Ecuador.
De entre los grupos más característicos, herederos de esa época, están los otavalos, que han llevado su cultura alrededor del mundo, y entre los grupos de la costa los tsáchilas son los más identificables gracias a sus cascos de achiote, lastimosamente es un grupo que actualmente se halla muy reducido y arrinconado por la civilización moderna.
Las tradiciones y fiestas religiosas, también una hibridación entre el cristianismo y las creencias prehispánicas, también se remontan a esa época, con su colorido, sus personajes y rituales son una parte importante del acervo cultural del país. El diseño recurre frecuentemente también a este período histórico en busca de inspiración.
El período republicano, con su fuerte influencia francesa, marca el siglo XIX y a la mayoría de ciudades de la costa y la sierra, la personalidad de la mayoría de éstas es notoriamente influenciada por este período que se alarga hasta bien entrado el siglo XX, es más evidente en las ciudades serranas pero es evidente también en ciudades costeñas como Guayaquil y Vinces.
Es en este período en que nos formamos como país y empieza la búsqueda de algo que nos haga sentir únicos y nos haga ver diferentes a nuestros vecinos, tarea ardua pues somos muy similares en casi todo, nacimos de una división arbitraria y hemos de construir una identidad que aún no tenemos.
La globalización de los últimos años nos ha hecho perder el rumbo, mucho de nuestro patrimonio fue arrasado por construcciones “modernas” que empobrecieron nuestras ciudades y nuestras tradiciones han ido cediendo posiciones ante tradiciones importadas y que poco tienen que ver con nuestra idiosincrasia.
¿Es identidad lo que necesitamos? Las discusiones son interminables cuando se habla de ella, tenemos que encontrar el rumbo hacia algo que tal vez no se llame identidad, “personalidad” es una palabra que genera más intención, quizá tengamos que incursionar en ella.
Es en este período, anterior a la conquista, donde podemos hablar de una forma de hacer de estos pueblos diferente a la del resto de América y el mundo, es aquí donde los objetos tienen una personalidad propia, distinta, aunque semejante, a otras culturas latinoamericanas que también se estaban formando antes de la hegemonía inca en el sur y azteca en el norte.
Posiblemente a este período sea al que más nos remitimos para crear objetos formalmente diferentes y más identificables como “ecuatorianos”, las formas de los sellos y figurillas de la Tolita, las venus de Valdivia, los guerreros de Machalilla, etc, han servido como fuente de inspiración a muchos artistas y diseñadores contemporáneos que ven en estas formas algo que puede ser utilizado como genuino y distinto a otras regiones del mundo.
En diseño es Peter Musfeldt, un alemán con estudios en diseño gráfico que se radicó en el país hace unos 50 años, quien tomó las formas incas y las rediseñó creando un estilo novedoso en los años 70, Musfeldt afirma que no copió el estilo inca, lo que hizo es intentar entender la manera de diseñar de este pueblo y por tanto sus propuestas tienen el espíritu pero no son copias literales de lo que los incas propusieron.
El estilo inca es el primero que se impone regionalmente, debido al imperio que formaron desde lo que ahora es el sur de Colombia hasta lo que es ahora el norte de Chile, y a pesar de que en lo que ahora es el Ecuador apenas estuvieron medio siglo, dejaron una impronta muy fuerte con el idioma y las formas geométricas propias de ellos, pero la dejaron también en todos los países andinos a excepción de Venezuela.
La llegada de los conquistadores españoles homogeneizó el arte, la arquitectura y el “diseño” en la mayoría de regiones latinoamericanas, el barroco español, mezclado con las culturas nativas, produjo interesantes híbridos como la de la Escuela Quiteña. Otro híbrido interesante es el dejado por la vestimenta y los abalorios, los españoles impusieron la vestimenta a los indígenas que los servían, se dice que tomados de los trajes de los países bajos, y las etnias los fueron modificando hasta que actualmente la forma de vestir y la forma de vida diferente entre un grupo humano y el siguiente puede verse cada 80 o 100 km. en el Ecuador.
De entre los grupos más característicos, herederos de esa época, están los otavalos, que han llevado su cultura alrededor del mundo, y entre los grupos de la costa los tsáchilas son los más identificables gracias a sus cascos de achiote, lastimosamente es un grupo que actualmente se halla muy reducido y arrinconado por la civilización moderna.
Las tradiciones y fiestas religiosas, también una hibridación entre el cristianismo y las creencias prehispánicas, también se remontan a esa época, con su colorido, sus personajes y rituales son una parte importante del acervo cultural del país. El diseño recurre frecuentemente también a este período histórico en busca de inspiración.
El período republicano, con su fuerte influencia francesa, marca el siglo XIX y a la mayoría de ciudades de la costa y la sierra, la personalidad de la mayoría de éstas es notoriamente influenciada por este período que se alarga hasta bien entrado el siglo XX, es más evidente en las ciudades serranas pero es evidente también en ciudades costeñas como Guayaquil y Vinces.
Es en este período en que nos formamos como país y empieza la búsqueda de algo que nos haga sentir únicos y nos haga ver diferentes a nuestros vecinos, tarea ardua pues somos muy similares en casi todo, nacimos de una división arbitraria y hemos de construir una identidad que aún no tenemos.
La globalización de los últimos años nos ha hecho perder el rumbo, mucho de nuestro patrimonio fue arrasado por construcciones “modernas” que empobrecieron nuestras ciudades y nuestras tradiciones han ido cediendo posiciones ante tradiciones importadas y que poco tienen que ver con nuestra idiosincrasia.
¿Es identidad lo que necesitamos? Las discusiones son interminables cuando se habla de ella, tenemos que encontrar el rumbo hacia algo que tal vez no se llame identidad, “personalidad” es una palabra que genera más intención, quizá tengamos que incursionar en ella.